Lo que dejamos volar

Carta #
12

Lo que dejamos volar

Querida tu,

No sé cómo se escribe una carta cuando uno no tiene dirección de regreso. A veces pienso que este oficio de andar y andar es una forma elegante de escapar. O de buscar, aunque ya no recuerde bien qué era eso que salí a encontrar.

Hoy te escribo desde un aeropuerto cualquiera. Las pantallas cambian constantemente los destinos, pero todas las salas de espera se parecen. Lo sabes bien. Has visto en mis ojos esa mezcla de promesa y ausencia cada vez que me abrazas sin saber cuándo o si volveré. No hay aduana más dura que la del corazón cuando se despide de algo que no termina de irse.

No puedo tener amor en esta vida que llevo, o al menos no puedo tenerlo como tú lo mereces: con desayunos sin reloj, con domingos de mercado, con la certeza de una presencia al final del día. El trabajo me lleva de ciudad en ciudad como si cada proyecto fuera una estación más en una ruta que nunca termina de cerrarse.

Y es curioso: viajo vendiendo soluciones, ideas, futuros. Pero lo único que no puedo ofrecerte es un presente. No hay app que organice el tiempo emocional, ni software que alivie la soledad de tus noches cuando mi voz llega como un eco desde otro huso horario.

He intentado imaginarlo todo: que te mudes conmigo, que trabajemos a distancia, que pongamos nuestras raíces en el aire. Pero el amor, me doy cuenta, no sobrevive solo de intentos. Necesita tierra, rutinas compartidas, el roce cotidiano de las cosas pequeñas: dejar los zapatos en la entrada, discutir por la compra del súper, saber que el otro está aunque no hable. ¿Cómo darte eso cuando yo soy solo una postal que cambia de fondo?

El dolor no es verte partir, es ser yo quien parte siempre. Cada vez que te dejo en el andén, algo en mí se queda detenido. Como si el verdadero costo del pasaje no estuviera en la tarjeta de embarque, sino en el alma que uno va dejando atrás. Te miro alejarte y me pregunto si algún día podré dejar de irme. Si esta vida que elegí es realmente mía o si simplemente me convertí en su empleado.

Y sin embargo, algo ha empezado a cambiar. No sé si es la edad, el cansancio o el silencio que se acumula cuando uno duerme siempre solo. Pero últimamente, entre vuelo y vuelo, me sorprendo deseando cosas simples. Una taza compartida por la mañana. El peso de otra respiración al lado en la noche. Alguien que me mire sin que tenga que traducirme, sin que necesite mapas ni contexto. Esa clase de amor tranquilo que no se anuncia, pero se queda.

Antes creía que podía con todo. Que la libertad era no depender de nadie. Ahora empiezo a pensar que la verdadera fortaleza es tener a alguien a quien volver, alguien con quien sostener los días cuando ya no haya más viajes que justifiquen la huida. Y tú, sin saberlo, has sido esa imagen constante. Esa estación imaginaria que no aparece en Google Maps pero a la que mi alma vuelve una y otra vez.

A veces, en medio de una presentación, mi mente se escapa. Te imagino preparando café, buscando una canción para la mañana, doblando una manta que no compartimos. Me gustaría decirte que vuelvo, que esta vez me quedo. Pero aún no puedo. Aún no sé cómo.

Tal vez el amor no sea imposible para los que viajamos, pero sí es más frágil. Como esos jarrones que se llevan envueltos en ropa, sabiendo que un mal giro puede quebrarlos. Tú has sido valiente, has creído más de una vez. Yo he sido cobarde, eligiendo siempre la siguiente escala sobre el ancla.

No quiero que esta carta sea una despedida. Es solo una confesión, un susurro escrito en turbulencia. Ojalá la leas un día sin dolor. Ojalá encuentres un amor que no tenga que excusarse en horarios y aerolíneas. Y si no es amor, que al menos sea paz.

Yo seguiré volando un tiempo más. Pero cada vez que vea una ventana con luz cálida en medio de la noche, pensaré en ti. En lo que casi fue. En lo que aún late, como un destino no marcado en el boleto, pero siempre presente en el pecho.

Con el cariño errante del que ama en tránsito,

Yo.

Exprésate. Aquí, tu voz importa

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *