Rotonda Civilizatoria

Carta #
49

Vista aérea del Arco de Triunfo iluminado en París


Detenerse en medio del círculo garantiza el accidente.

El Arc de Triomphe preside una rotonda donde cientos de conductores convergen desde doce direcciones, trazando círculos que prometen escape pero confirman futilidad. Sin marcas viales ni reglas discernibles, cada vehículo improvisa su trayectoria mediante voluntad y azar. La mayoría emerge dirigida hacia su destino previsto, pero el proceso revela algo inquietante sobre cómo las sociedades complejas gestionan transiciones tecnológicas.

Los robotaxis circulan masivamente por ciudades americanas y chinas mientras Europa debate si permitirlos. Más de dos mil vehículos autónomos transportan millones de pasajeros anuales en Wuhan y Shanghai sin incidentes registrados. En San Francisco, una cuarta parte de los viajes en aplicaciones utiliza coches sin conductor humano. La tecnología que parece rutinaria en Guangzhou o Phoenix sigue sonando a ciencia ficción en Varsovia o Roma.

Esta divergencia revela dinámicas más profundas que la innovación tecnológica específica. Europa ha desarrollado instituciones diseñadas para evitar errores catastróficos mediante deliberación prolongada. Funcionan cuando el ritmo del cambio tecnológico es inferior al ritmo de la regulación democrática. Colapsan cuando esa relación se invierte y la cautela se convierte en parálisis competitiva.

Desarrollar robotaxis hasta el despliegue comercial requiere inversiones masivas que Europa no puede o no quiere asumir. La financiación proviene de grupos tecnológicos con valoraciones multibillonarias o capitalistas de riesgo dispuestos a apostar en empresas especulativas. Europa carece de ambos ecosistemas, parcialmente debido a su mercado fragmentado que impide la concentración de capital necesaria para experimentación a esta escala.

Los fabricantes europeos de automóviles enfrentan una contradicción estructural que trasciende limitaciones financieras. Desarrollar vehículos completamente autónomos podría cannibalizar sus modelos de negocio existentes si los consumidores optan por contratar robotaxis ocasionalmente en lugar de poseer vehículos propios. Su enfoque se concentra en tecnologías que asisten conductores humanos, no en reemplazarlos completamente.

Pero el obstáculo fundamental es psicológico, no técnico. Europa ha desarrollado un complejo de soberanía tecnológica que interpreta dependencia de innovación extranjera como vulnerabilidad estratégica. Desde semiconductores hasta inteligencia artificial, los reguladores expresan ansiedad creciente sobre dependencia excesiva de China y Estados Unidos. Esta preocupación tiene fundamentos legítimos pero genera respuestas contraproductivas.

La Comisión Europea ha institucionalizado esta ansiedad creando un vicepresidenciado para «soberanía tecnológica». Los reguladores enfrentan tentación creciente de introducir fricciones que desaceleren líderes extranjeros, esperando que rivales europeos puedan alcanzarlos. Estrategias similares se implementan con vehículos eléctricos chinos, gravados con tarifas proteccionistas durante 2024.

Los vehículos autónomos presentan sensibilidades adicionales porque funcionan como sistemas de recopilación de datos masiva. Información sobre patrones de movilidad, destinos frecuentes y comportamientos de transporte constituye inteligencia estratégicamente sensible. Permitir que empresas extranjeras controlen esta infraestructura genera inquietud legítima, pero también puede justificar proteccionismo disfrazado de seguridad nacional.

Aquí emerge la contradicción que ninguna política industrial puede resolver completamente. Europa busca simultáneamente soberanía tecnológica y competitividad global, objetivos que frecuentemente se contradicen. Desarrollar capacidades autónomas requiere inversión masiva y experimentación acelerada que sus estructuras institucionales dificultan sistemáticamente. Importar tecnología desarrollada externamente genera dependencia que sus líderes consideran peligrosa.

Esta tensión se intensifica porque los fabricantes automotrices europeos poseen influencia política considerable como empleadores masivos. Mientras reguladores diseñan normas para acomodar robotaxis, enfrentan presión para proteger incumbentes nacionales contra competencia extranjera que podría desplazar empleos y reducir participación de mercado. La tentación es diseñar regulaciones que favorezcan tecnologías europeas inexistentes sobre tecnologías extranjeras funcionales.

Sin embargo, esta perspectiva crítica debe reconocer beneficios potenciales de la aproximación cautelosa europea. La regulación puede prevenir monopolios tecnológicos, proteger privacidad de datos y garantizar estándares de seguridad que mercados puramente competitivos podrían sacrificar. La velocidad no es el único valor en transiciones tecnológicas que afectan infraestructura crítica y empleos masivos.

Los ciudadanos europeos pronto reconocerán exclusión de transformaciones tecnológicas significativas. Experimentar durante viajes tecnologías inaccesibles localmente generará reconocimiento incómodo sobre rezago continental. Pero este «momento Sputnik» podría catalizar respuestas transformadoras si se canaliza hacia inversión acelerada en lugar de proteccionismo reactivo.

Europa enfrenta opciones entre acelerar participación en ecosistemas de innovación global o aceptar exclusión progresiva de transformaciones que redefinirán movilidad urbana y autonomía individual. La diferencia crucial es que la soberanía tecnológica real requiere capacidad de innovar a ritmo competitivo global, no capacidad de regular innovaciones desarrolladas por otros.

La rotonda parisina funciona mediante improvisación colectiva que genera orden emergente, pero solo cuando los participantes mantienen velocidad suficiente para completar la maniobra. Detenerse en medio del círculo por exceso de cautela garantiza accidentes que la cautela pretendía evitar.

Las sociedades que balancean exitosamente innovación y regulación no son las que evitan riesgos, sino las que los gestionan mediante experimentación controlada que permite ajustes rápidos cuando las circunstancias cambian.

💭 Una Perspectiva compartida

  1. Avatar de Victoria Rubio, Director Operativo
    Victoria Rubio, Director Operativo

    Es un lio el tema de los robotaxis en Europa, parece que estamos siempre un paso atras. En vez de avanzar, nos quedamos debatiendo mientras otros ya estan disfrutando de la tecnologia

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