La puerta del avión se cierra con ese sonido característico que marca el inicio de 14 horas de limbo entre continentes. Madrid-Kuala Lumpur, una ruta que he hecho tantas veces que ya forma parte de mi ADN. En estos momentos de altitud y soledad, cuando el mundo se reduce a una ventanilla y pensamientos flotantes, las reflexiones más profundas emergen como susurros

Me encontré reflexionando sobre una conversación que me sacudió el alma. Un cliente me compartió su historia con su hermano, esta historia de dos hermanos en guerra silenciosa por su startup. El menor, un desarrollador excepcional, vertiendo su vida en código mientras su hermano mayor, el CEO, lo trataba como una pieza más en su máquina de hacer dinero

Sentado aquí sobre las nubes, viendo el atardecer eterno que persigue a los vuelos hacia el este, no puedo evitar recordar mis propios tropiezos. En Argel, mi primera empresa, era ese tipo de líder que confundía respeto con miedo. Hasta que un sabio me susurró una verdad que cambió mi trayectoria totalmente: «El poder real no necesita recordarle a nadie que existe»

En Malasia, he visto la magia que sucede cuando los líderes abandonan sus tronos. Un CEO local transformó su empresa simplemente compartiendo arroz y conversación en la cafetería con sus desarrolladores. Sin agenda, sin pretensiones. Solo presencia y escucha genuina

La tragedia de estos hermanos es un espejo de algo que veo constantemente en mis viajes por el ecosistema tech global: confundimos autoridad con liderazgo. El mayor está empujando al menor hacia la puerta, sin entender que en este mercado despiadado, el talento huye del ego tóxico como las nubes huyen del viento

Quizás el verdadero arte no es bajar ni subir, sino eliminar los niveles por completo. Las mejores innovaciones nacen en espacios donde las jerarquías se disuelven como la niebla matinal. La semana pasada, una desarrolladora junior revolucionó nuestro sistema de AI con una idea que solo pudo florecer en un ambiente de confianza absoluta

El azul profundo del cielo nocturno me recuerda esa verdad esencial que tanto nos cuesta aprender el verdadero poder no reside en controlar, sino en crear espacios donde otros puedan brillar. Todo lo demás es ego disfrazado de liderazgo. Y en tech, como en la vida, el ego es un lujo que nos deja solos en la cima de una montaña muy fría

Escribo en la sombra del pasado, mientras el futuro se desvanece.