El mercado eléctrico en España está en cuello de botella. No es una metáfora. Las redes están saturadas y eso significa que proyectos millonarios no van a conectarse. Todo el discurso sobre España como hub energético barato se desmorona cuando no hay puntos de acceso suficientes para enchufar nada. La CNMC obligará a publicar datos y muchos se van a dar un golpe con la realidad.
Lo que parecía ventaja competitiva se convierte en freno brutal. España ha recibido oleadas de solicitudes de grandes tecnológicas y de industrias pesadas buscando instalarse aquí. Pero la mitad de las peticiones han sido rechazadas. Eso equivale a 60.000 millones de inversión que nunca se ejecutó. Endesa calcula que este año podrían llegar otras 70 GW en peticiones y otra vez la mayoría quedará en papel mojado. Y eso sin contar los 50 GW adicionales que se pelean en transporte. Todo colapsado.
Los nombres son conocidos. Amazon con 15.700 millones, Microsoft con 1.950, Oracle con 1.000, Blackstone con 7.500. Inversiones que marcan el futuro digital y que exigen electricidad que no llega. Gigafactorías de baterías en Zaragoza, Valencia y Cáceres amenazadas por problemas de conexión. Miles de empleos en riesgo por pura incapacidad de red. El propio presidente de Spain DC advirtió que España está perdiendo velocidad en la carrera de la cuarta revolución industrial.
La paradoja es grotesca. Se recomienda a la industria europea trasladarse aquí por energía barata pero luego se descubre que no hay enchufe disponible. Las eléctricas dicen que tienen limitaciones legales para invertir en redes. Los reguladores sospechan que inflan costes y no optimizan. El Gobierno intenta parchear con decretos que ni siquiera superan el Congreso. Mientras tanto, los proyectos se enfrían y los inversores miran hacia otro lado.
El martes no habrá sorpresas agradables. Los datos de capacidad real van a ser un jarro de agua fría. El país puede perder la mayor oportunidad de reindustrialización en décadas. No se trata de un ajuste técnico, es un golpe directo a la competitividad nacional. España puede quedar fuera del tren de la digitalización por no tener redes modernas. La diferencia entre ganadores y perdedores se mide en megavatios. Aquí no hay margen para la complacencia.
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